lunes, 20 de agosto de 2007

Contigo en mente


Horas de no dormir, pensamientos muy lejanos, recuerdos de otros tiempos llenos de amor y de ternura. Absorbida la mente en algo que sé bien me desanimará y me hará caer en la tristeza, pero que no puedo evitar aunque quiera.
A veces se confunden mis pensamientos y mis sentimientos y me ilusiona creer y tengo fe en que todo llegue a un buen fin.
Pero también veo todo un recorrido difícil, tortuoso, y me asaltan mil preguntas sin respuesta… ¿Me querrás lo suficiente?
Bajo la mirada y la clavo en un punto en el suelo, y siento como esas preguntas acuden a mi mente como bandadas de pájaros negros agitando sus alas inquietas, y me desaniman esas preguntas que vuelan al aire, sin respuesta.
Sé que en esa espera, otro cálido viento puede traerte dulces aromas de otras tierras, de otros mundos, y perderte.
Lo que no se vive de cerca tiene ese riesgo, pero también mucho más profundo, mucho más sutil y no se oxida con el aire de lo cotidiano…
Me pregunto, entonces, si será esa lejanía lo que ahonda más y más en mi ser, lo que me impulsa cada día a hacer más locuras por ti.
¿Será ese miedo a perderte, sin ni siquiera en realidad haber sido mía un sólo instante, el que me agarra a ti como enredadera a la pared?
Llega un tiempo ya vivido, un camino que ya ha sido recorrido.
El pasado se recicla rebobinándose en mi mente con antiguas impresiones que ahora son distintas y completamente nuevas.
Y nunca podría comparar lo que sentí entonces con lo que ahora siento por ti.
Pienso, y en esos pensamientos están mis ilusiones, mis sueños creados, mis esperanzas solapadas en cada recoveco.
Pero tengo miedo, mucho miedo.
Y mientras remuevo el pasado en el futuro me quedo enredado en el presente, inmóvil.
El tiempo lineal es incesante, tedioso y no perdona, y a mí se me hace largo sin ti.
Pero yo vivo en otro tiempo, ese que te aspira hacia la vida, ese que te conecta con el aquí y el ahora.
Y sé que eso tendrá que pasarme algún día la factura.
Pero que lindo es amarte como te estoy amando, qué bello sentir ese contínuo dolor vibrante, esa ensoñación, ese dulce sin vivir que es el Amor.
Sé que el amor es algo latente que todos tenemos dentro esperando que alguien lo reviva. Esperando que salte esa llama que haga arder el corazón a fuego vivo.
Tú encendiste en mí esa chispa prendiendo lo que hacía tanto dormía en mis entrañas hasta el punto de haber olvidado lo que era.
Pero ahora lo siento tan fuerte.
Te siento tan adentro que tengo miedo, sí.
Miedo a quedar apagado, reducido a cenizas polvorientas y grises.
El miedo me ha invadido y se ha apoderado de mis sueños.
Tu indiferencia, tu ausencia, tu pérdida destronaron el amor que un día reinaba en mi corazón. La soledad ha cobrado tu forma y ya es parte de ti, y de mí mismo.
Por momentos no quiero pensar en ello y, sin embargo, no puedo evitarlo.
Me asaltan ilusiones y me agarro a ellas como a un clavo ardiendo.
El verte nuevamente, el saberte a mi lado, aunque sea poco tiempo,-no me importa-, me devuelve la luz y la alegría.
Cinco minutos, sólo cinco minutos sin siquiera decirte una palabra, porque todo lo diría el corazón con mi abrazo y con mis besos.
Y sólo con mirarte sabrías cuanto, cuantísimo te quiero.
Es ahora, en este preciso instante, cuando mirando tu foto me digo que te tengo, que qué bello es amarte, dure lo que dure, se cumplan o no los sueños…
Se derraman lágrimas en mis ojos y es el momento en el que beso tu foto posando ahí mi espíritu y mi boca, igual que un ave que descansa por fin en una rama.
Apago la luz, y contigo otra luz más cálida se enciende, ilumina mi mente y mis sentidos y entro en un dulce dormir

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